Hay un gesto inequívoco en todos los bares y restaurantes: basta con alzar la mano y hacer como que se escriba en el aire para que el camarero traiga la cuenta. Hay quien la pide utilizando el apelativo de la dolorosa, seguramente temiendo alguna clavada, sobre todo en verano. Ya queda en el anecdotario, por ejemplo, el caso de un matrimonio al que le cobraron 337,35 euros por comer en un chiringuito de Formentera a principios de agosto.
Haga más o menos gracia, tras disfrutar de un servicio toca pagar lo que esté estipulado. Sin embargo, en ocasiones el cliente se encuentra con sorpresas en elticket, como que le incluyan conceptos que ni imaginaba.
Un ejemplo es el que ha circulado recientemente a través de las redes sociales de la cuenta de un restaurante de Torroella de Montgrí (Girona), en la que se incluyen 25 céntimos en concepto de aspirina/gelocatil.
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