- 12 octubre 2015
La langosta solía ser comida de ricos.
Pero algo inusual está pasando en uno de los principales mercados para ese producto en el mundo.
Estados Unidos vive una verdadera bonanza de la langosta.
Mientras los pescadores y consumidores se quejan de la caída en la producción de muchas especies marinas, la de este refinado crustáceo se expande de manera dramática.
Los precios caen y el consumo se masifica, hasta el punto que algunas cadenas estadounidenses de comida rápida, comenzando por McDonald's, han empezado a ofrecer emparedados de langosta, una suerte antes reservada para platos de menor "alcurnia" como el pollo o la carne de res.
Pero en medio de esta lotería gastronómica que ha puesto la langosta en boca de más estadounidenses que nunca, hay dudas más profundas sobre lo que causó la bonanza.
Pues muchos ven en esta explosión de langosta una prueba más de los preocupantes cambios que está provocando el cambio climático en nuestros mares.
A la vieja usanza
El estado de Maine, en el costado nororiental del país, es uno de los menos poblados de Estados Unidos.
Y buena parte de su economía está basada en la pesca artesanal.
De ahí proviene el 85% de la langosta consumida en el país.
Tal como lo hacían sus bisabuelos, los pescadores de Maine salen de pintorescos puertos al mar abierto, donde dejan pequeñas trampas para agarrar a las langostas silvestres.
No hay cultivos comerciales, "granjas marinas" como los que hoy dominan la producción del camarón, del salmón o de muchas otras especies marinas.
Tampoco faenan la pesca de los mares de la región buques industriales con redes de arrastre como los que han decimado los cardúmenes de bacalao.
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El cambio que hizo que la langosta llegara hasta McDonald's - BBC Mundo
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