Dicharachero, inquieto, investigador, preguntón, "golfo sano, como todos los cocineros", según su autodefinición, Arzak tiene estrellas, pero está siempre "curioseando por la calle". Su facilidad para "conectar con la vida y con la gente", afirma, consigue que "compense" ir a su restaurante, que acoge a "todo tipo de público, desde artistas de cine a caseros". Porque ni con los precios ni con la comida, asegura, "hay que escandalizar al de enfrente".
Ver... Recetas para hacer 'pasta' o las claves del negocio culinario | Edición impresa | EL PAÍS
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