Un par de veces por semana me encuentro ante un dilema que es más o menos universal. Tengo hambre, pero apenas tengo tiempo para comer, mucho menos para comprar algo o para prepararlo. Así que termino engullendo lo que tenga a mano, y sin importar lo mucho que intento que sea algo saludable, rara vez lo logro.
Ese es el “punto doloroso”, para usar la jerga de Silicon Valley, que está tratando de resolver Soylent, el sustituto de comida preferido por los expertos y usuarios tempranos de tecnología. Y me sorprende informar que la versión 2.0 de Soylent, disponible a partir del mes de agosto en botellas blancas sin brillo que no se verían fuera de lugar en los estantes de una tienda de Apple, cumple con la promesa hecha por primera vez en la década de 1950 por los autores de ciencia ficción que previeron un futuro de píldoras de comida y alimentos sintéticos.
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