* ¿Hay algún truco, alguna técnica de compra para ahorrar?
A.M.: En general, y vale para cualquier lugar, creo que el truco está en no salir pensando “voy a por esta verdura” sino “voy a ver qué hay” y a partir de lo que encuentres hacer tu menú. Para esto saber cocinar (un mínimo: un arroz, una sopa, un guiso...) y ser flexibles ayuda mucho.
* ¿Cúales son las mayores enseñanzas que habéis obtenido con este proyecto?
J.G.: Lo primero que descubrimos es que la calculadora del móvil es tu mejor amiga cuando estás en el supermercado. Cuando compras sin ir calculando tiendes a meter en el cesto un montón de cosas que no cuestan mucho sin pararte a pensar en el total, mientras que si vas haciendo la suma todo resulta mucho más sencillo y mantenerte dentro de presupuesto deja de ser una ruleta. Hemos descubierto algo que intuíamos pero que nos ha quedado aún más claro: es básico cocinar, renunciar a precocinados y a “atajos”. Hay que hacer caldos, hornear pan y dulces, reaprovechar, despiezar el pollo o los pescados en casa. Y si puede ser en cantidades relativamente grandes, mejor. El coste por litro es menor si preparas 10 litros de caldo que si preparas dos. El pan seco no es pan seco: es la tostada del desayuno de mañana, es torrijas, un pudin, picatostes y pan rallado.
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