En un planeta que produce más comida de la que necesita, más de 800 millones de personas pasan hambre. Un tercio de toda la que se genera acaba en la basura. Anualmente, cada europeo tira una media de 90 kilos de alimentos tras comprarlos, según un informe del Banco Mundial. Los productos se echan a perder en casa y, con la crisis, es frecuente caer en la tentación de alargar la caducidad que marcan sus etiquetas. Una de cada tres personas lo hace en España, apuntaba un estudio de la organización de consumidoresCEACCU de 2014. Pero esa no es la solución. Los expertos advierten de que ese supuesto ahorro puede poner en riesgo la salud y que ningún alimento debería ser consumido tras la fecha de caducidad, que es la que indica el momento en el que el productor deja de estar comprometido con su seguridad.
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