Son inclusivos de género, animan al coworking, no les falta barra de tragos y gastronomía selecta, aportan pileta y ciclos de cine. ¿Cómo funcionan y en qué consisten estas sociedades no tan secretas del siglo XXI?
Pablo Raimondi
"Pertenecer tiene sus privilegios", rezaba la publicidad de una conocida tarjeta de crédito estadounidense. Este slogan bien podría aplicarse a un particular mundo que hace pie en el país, primero con The Clubhouse en Palermo (Costa Rica 4651) y luego con Mansión Boero en San Telmo (Perú 1573). Estamos frente a la oferta local de los clubes privados.
Pero, ¿de qué trata esto? Olvidémosnos del estereotipo de los clubes de caballeros, maduros ellos, con la nube de humo que corona el ambiente. También del aspecto formal de los círculos elitistas como si fuesen logias masónicas ocultas. Nada de eso.
Acá la palabra clave es “descontracturado”. A eso hay que sumarle un perfil joven (de 25 a 45, la franja ideal), proveniente del campo creativo (artes + tecnología) que disfrutarán de una batería de servicios -de martes a domingo- entre sus colegas/socios/miembros.
A saber: desde cocina gourmet, una generosa barra de bebidas, ciclos de cine y reuniones de trabajo compartido (coworking) hasta espacios de lectura o bien, lo que se impone por estas épocas de calor: fiestas en la pileta o pool party. Música baja y vestimenta casual.
Bienvenido al club. "¿Sos miembro?", preguntan en la recepción de The Clubhouse antes de ingresar al lugar que, desde la modesta fachada callejera, no se condice con el estilo fino y moderno de la decoración interior de este lugar que hace seis años picó en punta en el rubro de clubes privados. "The Clubhouse es un mix entre gastronomía, un hotel boutique -que cuenta con cinco habitaciones de distintas categorías para la cual el huésped también puede sumarse al club- y un sector social. Contamos con 500 socios inscriptos y unos 300 que vienen asiduamente. Además, cada socio tiene derecho a disponer de las instalaciones para un evento anual, como por ejemplo el festejo de cumpleaños”, resume Armando Dorta (37), gerente general del lugar.
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