* El pasado año aterrizaba en Madrid el que es tal vez el local que inventó todo esto: el Café de París, un espacio de ambientación gala fundado en Ginebra en 1930 en el que solo se puede degustar un menú cerrado en el que el plato estrella es su célebre entrecot servido junto a una salsa secreta y unas patatas fritas que hacen imposible que nadie vuelva a comerlas en cualquier otro sitio y no sentirse estafado.
Menús de un solo sabor | Madrid | EL PAÍS
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