Los trabajadores, que califican los despidos de "injustos", denuncian que la situación de la empresa marcó un punto de inflexión tras la contratación en junio de 2013 del "asesor gastronómico" Íñigo Lavado. Tras su llegada, se cambió la estrategia comercial. "La nueva política impuesta cambió el menú diferente para cada jornada por uno único y de mayor precio para todos los días de la semana", lo que en opinión de la plantilla no gustó a los clientes habituales y ha acabado motivando una caída del 50% en las ventas.
La empresa, aunque coincide en "el desplome de las ventas", afirma que la situación empezó a ser negativa en 2008. Por este motivo, asegura que "las pérdidas acumuladas hacen inviable mantener la actividad de los centros de restauración tradicionales de la compañía".
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Los trabajadores de Makro anuncian el cierre de sus restaurantes | Economía | EL PAÍS
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