El 11 de junio de 1989, Sumito Estévez hizo su primer trabajo como asistente de cocina nada más y nada menos que en la casa de Armando Scannone, quien le dio el siguiente consejo de iniciación: “Recuerde que esto es un oficio, no es arte”. De eso han pasado 20 años. Desde entonces, Sumito —como se le nombra a secas— se dedicó de lleno a la cocina, en cuyos fogones fue adquiriendo notoriedad por su estilo, sus restaurantes, los talleres que impartía, su trabajo y elocuencia. En la actualidad, arroja estadísticas y hechos reveladores. “He logrado construir un entramado de afectos, socios de vida y de filosofía que han llevado a que se concreten la Fundación Venezuela Gastronómica, el Instituto Culinario de Caracas, la publicación de 18 libros, un proyecto mediático sustentado en mis programas de televisión y radio, la columna semanal en El Nacional, el uso de Internet como herramienta divulgadora y finalmente ese sueño que es mi Comedor. Establecí la base económica para mantener a los mí