Desde el 2009, Angélica Obregón ha participado en seis ediciones en Mistura con las cremoladas que llevan su nombre y que ella empezó a vender de casualidad. Su negocio original, hace más de 20 años, fue la venta de frutas en La Molina. Tuvo una carretilla, llegó a abrir una bodega, apuntaba a crecer más, pero los supermercados llegaron al distrito y la fruta comenzó a quedársele. Para aprovecharla, decidió preparar cremoladas con el mango, el coco, la maracuyá que ya nadie le compraba. Al principio, las cremoladas raspaban como hielo, algunas se malograban, otras salían amargas. Angélica encontró las recetas precisas para cada fruta cuando se inscribió en un curso de preparación de néctares de la Universidad Agraria de La Molina. Aprendió a obtener el néctar de cada fruta y, por su cuenta, a convertirlo en cremoladas. Comenzó a diferenciar la textura de cada fruta y a conocer el tiempo y temperatura que necesitaba cada una para soltar la pulpa y congelarse.
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