Reflexiones sobre los tequeños y su origen – Miro Popic
20-12-10
¿Cuántos tequeños se consumen al día en Venezuela? ¿Cuántos se comen ustedes cada semana? ¿Cuándo fue la última vez que probaron uno? ¿A quién no le provoca comerse uno ahora mismo? Mejor no seguimos porque nos vamos a quedar sin respuestas. La verdad es que del más popular de los pasapalos venezolanos es poco lo que sabemos con certeza, hay mucho de especulación y casi nada de documentación. Investigando sobre el tema me he encontrado con dos noticias que quiero compartir en estos días de Navidad, a la espera de sus comentarios y aportes. Veamos.
No hay nada más nacional, popular y democrático que el tequeño, ese minúsculo pasapalo con el que nos identificamos todos. Nadie se resiste a agarrar uno, dos o un montón cuando el mesonero se acerca con la bandeja humeante y olorosa y no hay fiesta o reunión que se precie de buena en la que no se sirvan tequeños. Todos los comemos, nos gustan a rabiar, y los saboreamos aunque estemos satisfechos o el médico nos tenga a dieta. Cualquiera sea el origen, el tequeño es imprescindible en toda reunión donde haya más de dos venezolanos. Fiesta sin tequeños no es fiesta. Matrimonio sin tequeños termina en divorcio. Y cuando queda el último en la bandeja, no hay educación que valga, todos quieren quedarse con el.
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